sábado, 31 de octubre de 2015

Las 7 verdades


1. Nadie puede estar tan ocupado como para no contestarte

Tu novio o novia, probablemente, no contestan tu mensaje, no porque estén ocupados. Y tu potencial jefe ya tiene días sin hablarte no porque no pueda encontrar ni un minuto libre.
Si no recibes una respuesta de alguien, es porque conscientemente prefirieron no contestarte. En cuanto dejes de justificar a las personas que no te prestan la atención necesaria, más pronto te acercarás a aquellas personas y situaciones que sí lo harán.

2. Cada persona sobrepone sus propios intereses por encima de los demás

No importa qué tan sincera, bondadosa y atenta sea una persona, siempre estará más interesada en sus propios problemas que en los tuyos. Incluso el amante más atento no podrá entender cómo tratarte si no le das algunas pistas. El empleador más justo del mundo no se dará cuenta de lo agotado que estás si sigues aceptando toda la carga de trabajo.
La mayoría de las personas sólo toma lo que les permites tomar, por eso procura definir y mantener los límites sensatos para no permitir que se aprovechen de ti. Las personas fuertes no temen decirle que "no" a aquello que no quieren hacer, porque saben que nadie más las defenderá si no lo hacen ellas mismas.

3. Nunca podrás complacer a todo el mundo

Si hubieras intentado cumplir los deseos de todo el mundo, ya te hubieras convertido en una masa humana sin vida, sin forma y sin sentimientos. Y luego alguien te hubiera aconsejado que seas más interesante.
Es en serio, no se puede complacer a todo el mundo. Siempre habrá alguien que dirá que vives de manera errónea o escogiste un mal camino. Te van a criticar no importa lo que hagas, así que simplemente haz lo que te gusta hacer. Porque el único juez al que tienes que poner atención, eres tú mismo.

4. El mundo no te debe absolutamente nada

Puedes ser la persona más bondadosa, más inteligente, más interesante del mundo, pero si no trabajas en ti mismo y no te desarrollas, todas estas magníficas cualidades se quedarán sólo en tu imaginación.
Hay dos opciones: puedes gastar toda la vida sintiendo lástima por ti mismo porque mereces más, o puedes empezar a actuar y a aprovechar todo lo que la vida te ofrece. Adivina, ¿qué es lo que escogería una persona autosuficiente?

5. Buscas excusas para ti mismo

Puedes gastar toda la vida lamentando que no tienes tiempo, dinero, fuerzas o recursos para lograr tus metas. Y todo esto puede ser cierto, pero la cruda verdad es que cada persona en el planeta tiene al menos una excusa excelente para no hacer nada y tener la vida que ella quiere.
Las personas que obtienen lo que quieren de la vida, ignoran sus propias excusas. Encuentran las maneras de superar sus limitaciones en lugar de lamentarlo, esa es la razón de sus victorias.

6. Te caracterizan tus acciones, no tus pensamientos

Puedes estar en una habitación cerrada todo el día dibujando en tu mente un mundo mejor pero mientras no salgas afuera y no intentes hacer tus planes realidad, nada de esto tiene importancia. La habilidad de hacer grandes planes es algo hermoso pero hasta que no vaya acompañado con acciones, es totalmente inútil. Al final de cuentas, nos juzgan por nuestras acciones, no por nuestros pensamientos.

7. Nadie llegará para salvarte de tu propia vida

Todos nosotros queremos creer que al salir afuera nos espera la pareja de nuestros sueños, el trabajo ideal o cualquier otra sorpresa. Cuando no estamos contentos con lo que tenemos, de manera irracional esperamos que mágicamente aparezca un hechicero que nos salve de todos los problemas.
Pero la verdad es que en la vida real nunca pasa esto. Los problemas no se solucionan con sólo mover un varita mágica, y si quieres ver cambios reales en tu vida, tienes que trabajar en ello.
Lo saben las personas más fuertes del mundo. En tiempos difíciles se ponen su armadura, montan un caballo blanco y se salvan a sí mismas. Porque entienden que si alguien les puede ayudar, ese alguien es nadie más que ellas mismas.



jueves, 29 de octubre de 2015

Activa tu propia Química Curativa





Activa tu propia Química Curativa y entrena tu mente y tu poder para sanar
¿Qué es en realidad el cáncer, la gastritis, la artritis, las enfermedades de piel, pulmón, corazón, intestinos, etc.? Son sólo quimica en tu cuerpo. Son sólo quimica.
Tu Quimica Curativa. Es el término que vamos a usar para empezar a entrenar el poder de tu mente. Los seres humanos tenemos la capacidad de sanar nuestros cuerpos e incluso poder ayudar a sanar a los demás, a los animales, las plantas, etc. Tenemos este talento desde que nacimos, pero no se nos enseña a desarrollarlo ni a entrenarlo.
El nuevo camino: activar tu quimica cerebral
Para activar este poder y empezar a dejar atrás las formas tradicionales o convencionales para curarnos, sin duda se requiere tener una actitud de exploración hacia nuevos caminos. Cuando no exploramos o nos dejamos llevar poco a poco hacia lo nuevo, entonces nos estaremos encontrando con los mismos resultados o incluso más limitados o carentes.
¿Listo para empezar?
Así que si estás listo para empezar un entrenamiento de tu poder curativo, lo primero que necesitas saber son tres cosas:
1-Que la enfermedad no es nunca un problema ni nada “malo”. Es sólo el efecto de una causa. Y esa causa es la química que tu cuerpo esta generando. La enfermedad es un camino para fortalecer nuestra confianza, amor por nosotros y sobre todo nuestro poder, es decir, el poder de hacer reacciones nuevas y medicinales en nuestro cerebro.
2-Hay que entender que el cuerpo es una esponja que absorbe de nosotros la química que enviamos cada dia. Y lo que provoca la enfermedad es un cúmulo de reacciones en tu cerebro que empiezan a circular por tu cuerpo y se van manifestando.
3-Para curar el cuerpo, hay que simplemente cambiar la química de tu cerebro, y la que se pone en circulación todos los días en el. Tu cerebro elabora cantidad de reacciones diariamente. Unas no son voluntarias, como la química de la digestión o la del páncreas y otras funciones.Pero hay una química que tu si puedes influir y sobre la cual tienes voluntad, es básica y fundamental para que el cuerpo funcione de forma óptima y grandiosa: la química de lo que sientes y piensas. Tus pensamientos provocan quimica todo el tiempo.
Tu propia química Curativa
Para activar tu propia química curativa necesitas un laboratorio muy especial, extraordinario. Pero no te preocupes que no cuesta nada y lo has traido pegado encima de tus hombros todo este tiempo: se llama cerebro. Tu cerebro un lugar mágico que tiene una capacidad asombrosa para elaborar prácticamente cualquier sustancia, líquido o elixir que necesites para crear cosas que necesites o quieras y para sanar o rejuvenecer el cuerpo, si le das los elementos necesarios para hacerlo.
Sin embargo, cuando has estado tomando muchos medicamentos, la capacidad del cerebro para elaborarlos se empieza a volver floja, pues los estas tomando de afuera. Tu cerebro dice: “¿Y para qué trabajar si ya me lo dan de afuera?” Asi que aplica la ley del menor esfuerzo y se duerme. ,Y la capacidad o poder que tiene para sanarse a si mismo se desactiva o debilita. Musculo que no se fortalece se atrofia. Luego, necesitas mas medicamento, porque el cerebro está débil para hacerlos y por eso a veces la enfermedad se agrava, y se necesita más medicina.
Por eso es tan importante siempre que se pueda empezar con las terapias naturales antes de correr al botiquín por un medicamento, y no dejar de tajo las medicinas antes de que se entrene bien tu cerebro para que el las elabore por si mismo.
Las terapias naturales, las plantas, los tes, la comida, también es química, y ayuda al cerebro a estimular su propia química para elaborar lo que se necesita para sanar. Haz un esfuerzo por empezar a cambiar tu rutina de curación y sigue lo más natural.
Por eso, si se esta enfermo de lo que sea, yo sugiero siempre la dieta natural, los tes y el alimento como medicina, porque es una forma de empezar a activar las funciones medicinales del cerebro, y este se hace fuerte y resistente incluso a las enfermedades, es decir, se fortalece y activa su poder curativo.
Además de la química del alimento que ayuda a generar líquidos medicinales en tu cerebro, te sugiero entonces empieces a darle más fuerza a tu entrenamiento mediante el trabajo de la forma en cómo ves la vida.
Química en tus reacciones
La forma en cómo vez la vida es el resultado de la forma en cómo te han enseñado, en cómo has vivido y concluido con tu razonamiento las experiencias. Pero… ¿Sabías que cada vez que reaccionas ante algo, es que justamente hay una reacción química equivalente que se elabora en tu cerebro? Es decir, que si reaccionas con disgusto, con miedo, con preocupación, eso solo tiene una reacción equivalente en tu cerebro.
Las emociones son sólo reacciones bioquímicas que viajan por tu cuerpo. Cuando esta química no es óptima, entonces empezara poco a poco a enfermar el cuerpo. Por ejemplo: la química del enojo o del miedo tienen ciertos elementos que pueden dañar ciertos órganos o sistemas como el hígado, la piel, los intestinos, las articulaciones, etc. Las dosis del líquido del enojo pueden provocar elementos nocivos que van estropeando y debilitando tus sistemas.
Ahora bien. Eso no significa, ojo, que no tienes que enojarte. ¡Claro que no! Puedes enojarte cuando así lo sientes y ser muy espontaneo, pues… Como se trabaja en un laboratorio, si no es con reacciones? Si evades, maquillas o disfrazas el enojo, entonces no tendrás claro los elementos con los cuales tienes que trabajar.
Trabaja con los elementos en tu vida
Imagina que la persona que te enoja es un elemento químico y tu otro. Cuando “chocan” o se enfadan, irritan, etc., es porque los dos lo provocan. No puede ser que sólo el otro elemento (la otra persona) provoque una reacción. Ambos elementos lo hacen.
Ahora bien. Cuando la reacción es intensa, es que los elementos son muy, digamos inflexibles ante el otro elemento. Entre más inflexible es un elemento (la persona), mas fuerte será su reacción ante el otro elemento, y más intesno lo sentira.
Así que, cuando te enojes con “otro elemento”, no debes aguantarte la reacción porque esto sería ser hipócrita o sumiso. Debes permitirte la reacción sin juicio y “explotar” hasta donde te guste. Claro, yo te sugiero no sea muy cerca del otro elemento por tu seguridad y la del otro, aléjate mejor un poco y has tu explosión o regadero de emoción en un lugar a solas para que los desastres sean los menores, porque si no podría haber en verdad un choque fuerte, o una explosión nada conveniente pues podría dañar ambos elementos.
Luego de hacer explosión, no necesitas ver todos los defectos o inflexibilidades del otro elemento. Lo que necesitas sin duda es ver los elementos en ti que están provocando este choque.
No cambies al hidrógeno… cambia tu
Recuerda que estamos trabajando para activar tu poder curativo, así que no necesitas ir a cambiar al otro “elemento” para tu estar bien, porque eso sería como querer cambiar una molécula de hidrógeno para que el oxigeno (tu) no reacciones más ante otros hidrógenos. En cuanto te encuentres de nuevo con un par de dichosos hidrógenos más, te harás mas que agua… y volverás a reaccionar.
Así que vamos a empezar nuestro entrenamiento apuntando que cosas te hacen reaccionar en tu vida, pues esos son los elementos con los que hay que trabajar para empezar a hacer circular química medicinal y mágica en tu cuerpo.
¿Te hace saltar la indiferencia? ¿No te gusta cómo te hablan los demás? ¿Eres muy sensible ante el rechazo o la aceptación ajena? ¿Tienes miedo a que suceda algo? Obsérvate muy bien y apunta todo esto en un cuaderno especial.
Sé el elemento que quieres ser y deja a los otros elementos con sus reacciones, explosiones y diarreas emocionales o quimicas, pues tienen derecho a serlo y sentirlo. Concéntrate en tus elementos reactivos y empezaras a activar una poderosa quimica medicinal.

miércoles, 28 de octubre de 2015

La fuerza del Águila (Carlos Castaneda)

Los nuevos videntes consideraban que había cuatro pasos en el camino del conocimiento. El primero es el paso que dan los seres humanos comunes y corrientes al convertirse en aprendices. Al momento que los aprendices cambian sus ideas acerca de sí mismos y acerca del mundo, dan el segundo paso y se convierten en guerreros, es decir, en seres capaces de la máxima disciplina y control de sí mismos. El tercer paso que dan los guerreros, después de adquirir refrenamiento y la habilidad de escoger el momento oportuno, es convertirse en hombres de conocimiento. Cuando los hombres de conocimiento aprenden a “ver”, han dado el cuarto paso y se han convertido en videntes. “Ver” es un sentido peculiar de saber, de saber algo sin la menor duda.
Ser vidente es la capacidad que tienen los seres humanos de ampliar su campo de percepción hasta el punto de poder aquilatar no solo las apariencias externas sino la esencia de todo. Los videntes ven al hombre como un campo de energía, algo parecido a una bola de luz o un huevo luminoso. Por lo general esos campos de energía están divididos en dos secciones, y la excepción son aquellos que tienen sus campos de energía divididos en tres o cuatro partes. Debido a ello, esas personas son más fuertes y adaptables que el hombre común y corriente y, por lo tanto, pueden convertirse en naguales al volverse videntes. Ser un nagual es llegar a un pináculo de disciplina y control. Significa ser un líder, un maestro y un guía.
Cualquier hombre que tiene una pizca de orgullo se despedaza cuando lo hacen sentir inútil y estúpido. La importancia personal es nuestro mayor enemigo. Aquello que nos debilita es sentirnos ofendidos por los hechos y malhechos de nuestros semejantes. Sin importancia personal somos invulnerables. La importancia personal no es algo sencillo ni ingenuo. Por una parte, es el núcleo de todo lo que tiene valor en nosotros, y por otra, el núcleo de toda nuestra podredumbre. Deshacerse de la importancia personal requiere una obra maestra de estrategia, ya que consume la mayor cantidad de energía.
   La acción de recanalizar la energía es la impecabilidad y sus atributos son control, disciplina, refrenamiento, la habilidad de escoger el momento oportuno y el intento.


Los seres vivientes existen solamente para acrecentar la conciencia de ser. La conciencia de ser se desarrolla a partir del momento de la concepción. La primera verdad acerca del estar consciente de ser es que el mundo que nos rodea no es en realidad como pensamos que es. Pensamos que es un mundo de objetos y no lo es. Las conclusiones a las que llegamos mediante el razonamiento tienen muy poca o ninguna influencia para alterar el curso de nuestras vidas.
La fuerza indescriptible que es el origen de todos los seres conscientes la llamaron “el Águila”, porque al vislumbrarla brevemente, la vieron como algo que parecía un águila, negra y blanca, de tamaño infinito. Lo que en realidad nos rodea son las emanaciones del Águila, fluidas, siempre en movimiento y, sin embargo, inalterables, eternas. El Águila crea seres conscientes a fin de que vivan y enriquezcan la conciencia que les da con la vida. También es el Águila quien devora esa misma conciencia de ser, enriquecida por las experiencias de la vida, después de hacer que los seres conscientes se despojen de ella, en el momento de la muerte.
Para los antiguos videntes, no es  un asunto de fe o de deducción decir que la razón de la existencia es enriquecer la conciencia de ser. Ellos vieron que era así. Ellos vieron que la conciencia de ser se separa de los seres conscientes y se aleja flotando en el momento de la muerte. Y luego flota como una luminosa mota de algodón justo hacia el pico del Águila, para ser consumida. Las emanaciones del Águila son una cosa en sí misma, inmutable, que abarca todo lo que existe, lo que se puede y lo que no se puede conocer. Son una presencia, casi una especie de masa, una presión que crea una sensación deslumbrante. Uno solo puede vislumbrarlas.



Solamente una pequeña porción de esas emanaciones queda al alcance del conocimiento humano. Lo conocido es esa minúscula fracción de las emanaciones del Águila; la pequeña parte que queda a un posible alcance del conocimiento humano es lo desconocido y, el resto, incalculable y sin nombre, es lo que no se puede conocer.
   Para un vidente, los hombres son seres luminosos. Nuestra luminosidad se debe a que una minúscula porción de las emanaciones del Águila está encerrada dentro de una especie de capullo en forma de huevo. Esa porción, ese manojo de emanaciones que está encerrado es lo que nos hace hombres. Percibir consiste en emparejar las emanaciones encerradas en nuestro capullo con las que están afuera.
   Las emanaciones son como filamentos de luz. Lo que es incomprensible para la conciencia normal es que los filamentos están conscientes de ser, vivos y vibrantes; hay tantos que los números pierden todo sentido, cada uno es una eternidad.
   Las emanaciones de adentro y las emanaciones de afuera son los mismos filamentos de luz. Los seres conscientes son minúsculas burbujas hechas con esos filamentos, microscópicos puntos de luz unidos a las emanaciones infinitas. Son una fuente de energía ilimitada.
A medida que los seres humanos crecen, una banda de las emanaciones del interior de sus capullos se vuelve muy brillante; conforme los seres humanos acumulan experiencia, esa banda aumenta tan dramáticamente que se fusiona con las emanaciones del exterior. La conciencia de ser es la materia prima y la atención es el producto final. La atención es domar y enriquecer la conciencia de ser a través del proceso de vivir.


El afinar el espíritu cuando alguien te pisotea se llama control. Reunir toda información mientras te golpean se llama disciplina.
   El logro supremo de los seres humanos es alcanzar ese nivel de atención y, al mismo tiempo, retener la fuerza de la vida, sin convertirse en una conciencia incorpórea que se mueve como un punto vacilante de luz hacia el pico del Águila para ser devorado. Si los guerreros quieren tener la suficiente fuerza para “ver”, tienen que volverse avaros con su energía sexual. La sensualidad del hombre no tiene nada malo. Lo que está mal es la ignorancia que obliga al hombre a pasar por alto su naturaleza mágica.

   Los guerreros de la libertad total eligen el momento y la manera en que han de partir de este mundo. En ese momento, se consumen con un fuego interno y desaparecen de la faz de la tierra, libres, como si jamás hubieran existido.


Carlos Castaneda - El fuego interno